TOTS ELS ORGANISMES QUE ENS HA TOCAT SER
sala d’art jove, 2020/21
Huellas que se desvanecen, que se desdibujan y que se descomponen en su balbucear, como esferas pequeñas que cristalizan en superficies de piel desnuda. Y en la concavidad de cada poro, las huellas se inscriben en las cavidades que resultan del golpe. Abren un territorio donde los márgenes se borran en un movimiento continuo en que cada trayecto descifra nuevas formas de ser.
Como un organismo en constante tránsito, como un mapa flexible a los cambios, la exposición experimenta una inevitable mutación, un nomadismo que se instala en su genealogía corporal, en la fisura por donde desbordan todos sus fluidos.
Y los cuerpos se vuelven archivos y los archivos se vuelven carne. Archivos frágiles, espacios de memoria surcados por cicatrices, arrugas y tatuajes. Cada archivo activa un campo vibratorio que resuena en el espacio y nos abraza. Y nos lleva a la escucha de voces que son retratos de deseos, palabras que son ecos de luchas y de resistencias, de quemaduras y de aullidos. Las memorias se construyen colectivamente. Se curan y se cultivan. Se les tiene que dar tiempo para que esparzan su pulpa. Y emprendemos un reciclaje anárquico y ponemos las manos en la materia residual. Realizamos una incisión, abrimos la maquinaria para examinar la sangre de sus tornillos, restaurar su rojo y suturar sus descosidos.
La piel es una superficie de inscripción crítica en que las piezas emergen con la voz y el testigo de los cuerpos que les ha tocado ser.
Projecte junto a pli-é collective.
Como un organismo en constante tránsito, como un mapa flexible a los cambios, la exposición experimenta una inevitable mutación, un nomadismo que se instala en su genealogía corporal, en la fisura por donde desbordan todos sus fluidos.
Y los cuerpos se vuelven archivos y los archivos se vuelven carne. Archivos frágiles, espacios de memoria surcados por cicatrices, arrugas y tatuajes. Cada archivo activa un campo vibratorio que resuena en el espacio y nos abraza. Y nos lleva a la escucha de voces que son retratos de deseos, palabras que son ecos de luchas y de resistencias, de quemaduras y de aullidos. Las memorias se construyen colectivamente. Se curan y se cultivan. Se les tiene que dar tiempo para que esparzan su pulpa. Y emprendemos un reciclaje anárquico y ponemos las manos en la materia residual. Realizamos una incisión, abrimos la maquinaria para examinar la sangre de sus tornillos, restaurar su rojo y suturar sus descosidos.
La piel es una superficie de inscripción crítica en que las piezas emergen con la voz y el testigo de los cuerpos que les ha tocado ser.
Projecte junto a pli-é collective.
Fotografíes: coltra